48 horas con el Surface Laptop: el portátil de Microsoft llega con una gran asignatura pendiente
Muchos pedían a gritos un portátil «tradicional» de la mano de Microsoft. La empresa ha demostrado ya su capacidad tanto con los Surface Pro como con los Surface Book, y este año por fin tenemos a nuestra disposición el Surface Laptop, ese equipo que mantiene la herencia de los portátiles de toda la vida.
Lo hace con muchos aciertos, pero también con algunos problemas importantes que hacen que el Surface Laptop no sea para todo ni para todos. Hemos pasado 48 horas con este equipo, y estas son las impresiones que nos ha dejado un portátil que parece igual que los demás pero que en realidad es muy diferente a todo lo que habíamos visto.
Especificaciones técnicas
EL portátil «puro» de Microsoft llega con configuraciones completas en las que uno encuentra todo lo que podría esperar de este tipo de producto. Nosotros evaluamos la versión con un Core i5-7200U, pero hay una versión con Core i7 y también hay ediciones con hasta 16 GB de RAM y hasta 512 GB en la unidad SSD.
Surface Laptop | |
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Pantalla | 13,5 pulgadas PixelSense resolución 2.256 x 1.504, ratio 3:2, densidad de 201 ppp |
Tamaño | 308,1 x 223,27 x 14,48 mm |
Peso | 1,25 kg |
Procesador | Intel Core i5-7200U (4 núcleos, 2,5 GHz) |
Gráficos | Intel HD 620 |
RAM | 8 GB |
Disco | 256 GB |
Versión S.O. | Windows 10 S |
Conectividad | Wi-Fi 802.11ac, Bluetooth 4.0 LE |
Cámaras | Cámara frontal 720p |
Puertos | USB 3.0, lector de tarjetas SD, Mini DisplayPort, Surface Connect, puerto de auriculares |
Precio | 1.449 euros en Amazon |
No hay apenas fisuras en la configuración hardware: la pantalla tiene menor resolución que los Surface Pro 4, pero como veremos más adelante eso no representa ningún problema en la práctica. En conectividad, eso sí, hay una ausencia destacada: la del puerto USB-C, que se postula como el gran protagonista de los próximos años.
Microsoft aquí argumenta que no es el momento de incluirlo, pero en nuestra opinión la opción hubiera dado más valor a largo plazo a un equipo que sin este puerto se queda algo cojo si como parece este conector se impone en nuestros dispositivos.
Un diseño destacable en el exterior y sorprendente en el interior
El Surface Laptop tiene un diseño externo en el que el minimalismo es la norma. Salvo por el elegante logotipo de Windows cromado, el aluminio domina todo en un equipo elegante a más no poder y con una factura ejemplar.
Eso se deja notar en sus líneas y en esa «textura» que confiere este material en todo su exterior. Solo una rejilla de ventilación casi de lado a lado en la parte inferior parece reclamar nuestra atención. El resto, como decimos, es un elogio a la elegancia y al minimalismo.
En ese diseño nos encontramos con la presencia del puerto USB 3.0, el Mini DIsplayPort y la toma de auriculares en el lateral izquierdo, mientras que en el derecho contamos con la ranura SD. En ambos laterales, eso sí, una nota curiosa: unas pequeñas bandas camufladas en un golor gris algo más claro que el del aluminio, y que no son otra cosa que las antenas que se colocan en esa posición en lugar de relegarlas a otras posiciones como la tradicional bisagra.
Precisamente en Microsoft hicieron mucho hincapié en esa bisagra en el lanzamiento del producto: la idea que querían transmitir era la de que abrir el portátil era especialmente fácil con este mecanismo. Es cierto que la pantalla se puede levantar con un solo dedo, pero hay que aplicar un poco de fuerza sobre todo en ese primer momento, y el hecho de que el borde de la pantalla sea más afilado de lo que nos gustaría no lo convierte en un sistema ni mucho menos perfecto.
Sin embargo lo realmente diferencial de este equipo no está en esa pantalla, sino en el singular material con el que está recubierta esa parte interior sobre la que se asienta el teclado. Aquí el protagonista es el tejido Alcantara que Microsoft ya introdujo en sus Type Cover para las Surface Pro y que ahora entra de lleno en los Surface Laptop.
Las fotos no sirven para tratar de explicar las sensaciones que transmite este tejido, que sorprende en primer lugar por ser cálido, no como el frío aluminio que se utiliza en la mayoría de equipos de este tipo. La textura es extraña, porosa pero suave, pero precisamente el que estemos trabajando con un tejido y no con un material como el citado aluminio o la fibra de carbono de otros modelos hace que nos podamos preocupar por manchas o potenciales roces o rasguños.
En Microsoft aseguran que no hay problema con manchas o salpicaduras, y que es posible pasar un paño húmedo para limpiarlo si se manchase por cualquier razón. La sensación que nos ha dejado el teclado es desde luego peculiar, y aunque no hemos tenido tiempo de acostumbrarnos a dicha textura, nos ha gustado esa ambición por diferenciarse. No parece que en los Surface Pro hayan tenido problemas durante el tiempo que ese material se ha aplicado en sus fundas-teclado, con lo cual no deberíamos de preocuparnos (demasiado) por esta curiosa característica del equipo.
Teclado, touchpad y pantalla a escena
El teclado y el touchpad se «camuflan» en ese tejido, pero el material de las teclas es, como podría esperarse, distinto. El formato chiclet vuelve a imponerse y aquí nos encontramos básicamente con una versión adaptada a este portátil de lo que ya vimos en el Surface Keyboard hace poco.
El tacto y recorrido de las teclas es fantástico, y desde luego es posible escribir a muy buena velocidad en poco tiempo en él. La distribución del teclado en español es correcta, aunque es curioso encontrar la tecla de encendido y apagado casi «escondida» en la fila superior, a la izquierda de la tecla Supr. Por lo demás nos encontramos con las habituales concesiones ante un teclado portátil, la más importante de las cuales es el espacio reservado para las teclas arraiba/abajo de los cursores.
El touchpad también demuestra la ya dilatada experiencia de Microsoft en este ámbito. Puede que los trackpads de los MacBook sigan yendo por delante en usabilidad y tiempos de respuesta, pero en el Surface Laptop nos encontramos con un Precission Touchpad que se ha comportado a la perfección en las pruebas y que además soporta gestos táctiles con tres y cuatro dedos que pueden llegar a ser muy útiles.
En el interior nos encontramos por supuesto con esa pantalla de 13,5 pulgadas flanqueada por unos marcos generosos que, creemos, quizás podrían haberse reducido de forma significativa para reducir unas dimensiones igualmente generosas. El formato 3:2 vuelve a ser protagonista en el equipo de Microsoft, y aquí nos volvemos a plantear la cuestión que ya domina sus Surface Pro.
El problema es que este tipo de diagonales son interesantes para trabajar con una sola aplicación maximizada, pero no demasiado para trabajar con dos ventanas de la misma (o distintas) aplicación en cualquier momento, algo que al menos en mi caso hago constantemente y que en este formato me limita de forma sensible. Se puede trabajar con una ventana a cada lado, cierto, pero el espacio para hacerlo es más limitado.
Lo mismo podría decirse de la reproducción de contenidos multimedia, que no va a formatos más «cuadrados», sino precisamente lo contrario, como demuestran esos formatos 18:9 y 18.5:9 de los últimos móviles de LG y Samsung.
Es cierto que los portátiles y los smartphones son productos con dos orientaciones distintas, pero cuando se trata de consumir contenidos mi impresión y mi sensación es la de que partir de un ratio 16:9 es lo adecuado. El brillo es notable y facilita usar el equipo en exteriores, aunque esa pantalla no mate hace que los reflejos puedan jugar alguna que otra mala pasada. Los colores son vivos y aquí la reproducción de los tonos parece excelente, quizás algo saturada.
Una de las notas destacadas de esa pantalla es casi imperceptible: la webcam que permite realizar videoconferencias decentes en calidad 720p es sobre todo interesante por el soporte de Windows Hello. Aquí el reconocimiento facial funciona de forma realmente notable. Aquí minipunto y punto para esa buena aplicación de la biometría.
Mucho menos importante es ese soporte del Surface Pen y el Surface Dial del que presume el equipo. La pantalla táctil del Surface Laptop se comporta de forma estupenda, pero esto no es un convertible, y el ángulo al que podemos abatir esa pantalla es muy limitado.
Tomar notas con el lápiz o usar ese curioso periférico que sí cobra sentido en el Surface Studio nos parece inviable, y de hecho extraña que el enfoque de Microsoft haya sido este del portátil puro y no de portátil convertible cuando las tecnologías de escritura Windows Ink están cobrando tanta importancia tanto en la actualización Creators Update como en la inminente Fall Creators Update.
Es cierto que el Surface Book cubre ese escenario, pero creemos que hubiera sido mucho más interesante plantear un Surface Laptop con una bisagra que permitiese convertir al equipo en tablet, o bien renunciar completamente a ese soporte del Surface Pen que aquí, sinceramente, no tiene ningún sentido utilizar.
Windows 10 S: adiós a las aplicaciones externas
Cuando Microsoft presentó Windows 10 S como parte integrante de los Surface Laptop, parte de la comunidad de usuarios protestó por esta versión de Windows 10. La diferencia fundamental entre ambos es (aunque haya más), como ya sabrán todos nuestros lectores, que solo es posible instalar aplicaciones que encontremos en la tienda de aplicaciones.
La idea, por supuesto, es la de poder garantizar un grado de seguridad mucho mayor para los usuarios, que tendrán más garantías al instalar todo tipo de aplicaciones y juegos. Microsoft se encarga de controlar y gestionar esa tienda, y en ese control se incluyen lógicamente las tareas de validación y pruebas que teóricamente detectarán la presencia de malware incluido en desarrollos que se quieran distribuir a través de la tienda.
En este sistema operativo también nos encontramos con otras promesas derivadas de ese mayor control sobre lo que podremos y no podremos instalar: el rendimiento del equipo y la autonomía de la batería —difícil estimarla en tan poco tiempo, nos tememos— mejorarán gracias a la ausencia de aplicaciones «más glotonas» en recursos de lo que deberían ser.
Esa promesa, no obstante, es difícil de certificar, y de hecho nosotros no hemos notado mayor fluidez en el lanzamiento y ejecución de las aplicaciones y al no haber instalado Windows 10 Pro en el Surface Laptop no podemos saber si efectivamente esa batería se acorta con la versión «normal» de Windows 10.
De Windows 10 S a Windows 10 Pro
Precisamente en este punto es interesante hablar de esa capacidad que Microsoft dará a los usuarios de equipos que como el Surface Laptop están basados en Windows 10 S: podrán actualizar esos equipos a Windows 10 Pro si lo desean, aunque para ello tendrán que pagar 50 euros.
Es posible evitar ese pago si utilizamos este enlace para acceder a las versiones en las que están activadas las tecnologías de asistencia. Eso nos devolverá a las opciones habituales de Windows 10 (diferencias entre uno y otro aquí), pero ojo, porque no podremos volver atrás y recuperar Windows 10 S como sistema operativo en nuestro equipo.
Esa fue una de las razones por las que preferimos no realizar esa prueba en el Surface Laptop que tuvimos para pruebas, sobre todo porque el objetivo principal era el de poder analizar el equipo tal y como Microsoft ha pensado que debemos utilizarlo.
Microsoft tiene un problema con su ecosistema software, y el Surface Laptop es la prueba
Es cierto que la experiencia visual que nos ofrece Windows 10 S es prácticamente idéntica a la de Windows 10 en sus ediciones Home o Pro, pero el problema está en que aunque Microsoft plantea una idea interesante con la centralización de la distribución del software (una que le ha funcionado a Apple y Google con sus tiendas tanto para iOS/macOS como para Android/ChromeOS), la ejecución está muy lejos de la que plantean sus rivales.
Esas diferencias quedan patentes en la propia tienda de Windows, un desarrollo que no destacaba en anteriores versiones y que tampoco lo ha hecho desde la aparición de Windows 10. Los procesos de búsqueda e instalación de software son lentos y engorrosos y la clasificación de las aplicaciones es muy mejorable, pero es que el verdadero hándicap no es ese: estamos ante una tienda en la que simplemente la cantidad de aplicaciones es ínfima si la comparamos con el catálogo global de aplicaciones Windows que podemos encontrar a través de las fuentes tradicionales.
En muchos casos (muchos, de verdad), es imposible encontrar el resultado deseado en la tienda, y como mucho Microsoft trata de proponer alternativas que son difíciles de aceptar porque precisamente lo que queremos es seguir trabajando con las mismas aplicaciones con las que trabajábamos siempre. Y la primera de esas aplicaciones (y la más importante) es el navegador.
Forzar al usuario a utilizar Microsoft Edge es, a mi modo de ver, un error que Microsoft ya cometió y del que no parece haber aprendido lecciones. Aquí será interesante ver qué tiene que decir la Comisión Europea al respecto, pero en Windows 10 S tu navegador por defecto es Edge, lo quieras o no. Podrás instalar otros navegadores, pero el navegador por defecto será siempre este de Microsoft. Lo mismo ocurre con el buscador, que de forma nativa es Bing. Podremos ir a Google o DuckDuckGo en la barra de direcciones de Edge, pero no será posible establecer ese buscador por defecto.
Es cierto que Microsoft permite instalar otros navegadores, pero el problema es que ninguno de los grandes está disponible. Ni Chrome, ni Firefox, ni Opera tienen versiones UWP, y de momento no parece que ninguno de los responsables de estos desarrollos vayan a llegar a Windows 10 S.
Eso supone un hándicap importante para cualquiera que ya esté acostumbrado a esas otras opciones, y es desde luego mi caso. Aunque Microsoft Edge es una aplicación solvente para navegar por internet, sigo sin sentirme del todo cómodo con él, y sigo valorando demasiado las ventajas que tanto Chrome o Firefox me ofrecen desde hace años.
Y lo que es cierto para el navegador se cumple en otros muchos casos. Herramientas para desarrolladores como Visual Studio, de post procesado de imágenes o vídeo como Photoshop o Premiere, o aplicaciones de gestión multimedia claves para poseedores de dispositivos iOS como iTunes no se pueden instalar en estos equipos.
Es probable que muchas de esas aplicaciones (si no todas) acaben llegando a Windows 10 S, pero mientras tanto nos encontramos con una oferta que cojea en demasiados ámbitos y que plantea una propuesta poco apta para los usuarios de Windows «de siempre». Una vez te acostumbras a un flujo de trabajo, que te lo cambien por las buenas es peligroso, y Windows 10 S fuerza una y otra vez a que cambiemos esos hábitos.
Sin benchmarks o juegos (o casi)
Esas limitaciones del catálogo software se han dejado sentir también en un apartado obligado en un análisis: el de las pruebas de rendimiento. Windows 10 S no nos dejó instalar ninguno de los benchmarks habituales que solemos utilizar en nuestras pruebas, así que es complicado poder dar valores de referencia para saber qué esperar de este equipo.
En la tienda solo encontramos en este ámbito utilidades como AnTuTu y CrystalDiskMark, pero nada de 3DMark, PCMark por ejemplo, que solemos aprovechar como base para establecer esos puntos de referencia comparativos con otros equipos similares.
En AnTuTu obtuvimos 254.056 puntos, una cifra coherente con el procesador integrado. Las velocidades de lectura y escritura en disco fueron menos llamativas de lo que esperaríamos, y se situaron en los 650 MB/s en lectura secuencial y los 240 MB/s en escritura secuencial cuando muchos equipos actuales ya integran unidades SSD M.2 NVMe que doblan (como poco) esos números.
Algo similar ocurrió al intentar evaluar el comportamiento en juegos. Por ejemplo, no hay forma de instalar Steam de momento, y solo podríamos establecer entornos de prueba con títulos de la Tienda Windows. Allí hay algunos juegos como ‘Forza Horizon 3’ o ‘Halo Wars 2’, pero de nuevo hay que destacar que la orientación de este equipo, a pesar de ser capaz por su hardware de cumplir en algunos títulos, no es la de jugar (o la de permitir instalar juegos, ya puestos).
Surface Laptop, la opinión de Xataka
Como adelantábamos durante este análisis preliminar, la sensación que deja este equipo es la de que no es ni mucho menos para todo ni para todos. La propuesta hardware de Microsoft (sin ser perfecta) tiene puntos interesantes, pero es este sistema operativo el que plantea un escenario que probablemente no guste a la mayoría de usuarios tradicionales de este sistema operativo.
Cuando uno se lee la FAQ oficial de Windows 10 S se encuentra con una frase que excusaría desde el principio todas estas críticas, y que trata de advertir a los usuarios de que efectivamente este sistema operativo no está orientado a todos los públicos:
Windows 10 S se inspiró en alumnos y docentes, y es el mejor Windows hasta ahora para entidades educativas. También es una estupenda elección para cualquier cliente de Windows que busca un rendimiento uniforme y seguridad avanzada. Al limitar las aplicaciones a las de la Tienda Windows, Windows 10 S es ideal para aquellas personas que tienen todo lo que necesitan en la Tienda Windows y prefieren la tranquilidad de eliminar el riesgo de descarga de aplicaciones desde otros lugares.
El problema es que tampoco estamos del todo seguros de que ni alumnos ni docentes puedan o quieran renunciar a todo lo que impone Windows 10 S. El sistema operativo impone muchas obligaciones y concede pocos derechos, algo doloroso para quien acostumbrado a Windows 10 y sus versiones anteriores tenía una libertad de movimientos extraordinaria.
Esas limitaciones en materia de software se unen a una propuesta hardware en la que creemos que hay demasiado foco en el diseño y un enfoque cortoplacista y erróneo. El formato 3:2 no ayuda a quienes gustan de trabajar con dos o más ventanas de aplicaciones, y la ausencia del puerto USB-C es problemática para un equipo que se supone quiere acompañar a los «estudiantes» durante toda su andadura por la universidad. Puede que ahora este puerto no sea la norma, pero lo será bastante antes de que acaben esos estudios, y omitir esa opción nos parece demasiado peligroso a estas alturas.
¿Para quién es entonces este Surface Laptop? Probablemente para usuarios de Windows sin demasiada experiencia y sin hábitos que condicionen sus limitaciones en materia software. Es cierto que para el ámbito académico pudiera convertirse en un equipo interesante, pero no a este precio. No al menos que hagamos algo inmediatamente después de comprarlo: actualizarlo a Windows 10 Pro como nos ofrece Microsoft si queremos instalar aplicaciones desde fuentes externas a la Tienda de Microsoft. Eso aliviará de forma notable las barreras que impone el equipo.
No obstante, por esos 1.449 euros que cuesta este modelo creemos que hay opciones con una mejor relación entre precio y prestaciones, y entre ellas están desde luego los nuevos Surface Pro. Por muy cuidado que sea el diseño de este nuevo integrante de la familia Surface, los sacrificios son aquí exagerados, nos tememos.
El ordenador ha sido cedido para la prueba por parte de Microsoft. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas
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fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Pastor
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XATAKA
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